PATRIMONIO DESCONOCIDO – TORRES BALBAS 1 de 2 Por Santiago Durán

Santiago Duran García PROYECTOS Leave a Comment

¿Cómo resumir la obra de uno de los arquitectos más influyentes del Siglo XX, por su obra y por sus enseñanzas, en una larga y fructífera vida, a veces con proyectos más públicos, y otras con investigaciones que sólo verían sus frutos años después de ser imaginadas?
Leopoldo Torres Balbás sintió desde muy joven una enorme atracción por el patrimonio histórico de su país, involucrándose de lleno en su estudio y conservación.  Su vida es la de un estudioso del arte, un erudito, que se hizo arquitecto «para consagrarme al estudio y conservación con la autoridad técnica -oficial, a lo menos- que ese título podía darme».
Su ingente bibliografía sobre temas arqueológicos, de historia de la arquitectura y del urbanismo es abrumador, fruto de sus investigaciones y de recorrerse palmo a palmo todo el territorio español desde los más importantes monumentos, hasta más alejada aldea

EL ORIGEN
Educado en la Institución Libre de Enseñanza, que según sus estatutos:
» Es completamente ajena a todo espíritu e interés de comunión religiosa, escuela filosófica o partido político, proclamando tan sólo el principio de la libertad e inviolabilidad de la ciencia y de la consiguiente independencia de su indagación y exposición respecto de cualquier otra autoridad que la de la propia conciencia del profesor, único responsable de sus doctrinas».

Ingresó en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1910, y  terminó su carrera en 1917. La actividad de su padre como miembro de la Sociedad Geográfica Madrileña, le llevó a conocer toda la geografía española en sus múltiples aspectos, entre ellos, sus monumentos.

PRIMEROS CAMINOS 1917 -1923
Desde 1918 hasta 1923 van apareciendo en la revista Arquitectura artículos en los que critica las actuaciones que eran norma en esta época y expresa unos nuevos conceptos que reflejan las corrientes innovadoras que se estaban originando en Europa. Esta faceta de su producción teórica se extenderá hasta 1923, año en que al ser nombrado Arquitecto Conservador de la Alhambra, abandonará esta labor , diez años más tarde, en 1933, publicará una serie de artículos que serán una revisión de sus conceptos y una presentación de la práctica de la conservación en España.
Perseguía la unidad de estilo en el monumento, para lo cual consideraba legítimo tanto la destrucción de obras posteriores como la reconstrucción de elementos desaparecidos o incluso nunca existentes: «Restaurar un edificio antiguo es volver a construir sus partes arruinadas o a punto de arruinarse en el mismo estilo arquitectónico original».

Torres Balbás parte de la crítica a la práctica habitual y a sus criterios rectores: «La restauración o reconstrucción (…) falsea por completo los monumentos que la padecen. Trata de borrar la acción del tiempo que ha ido añadiendo a cada antigua construcción obras a veces de gran interés y belleza, para darle un aspecto teórico, abstracto, desprovisto de vida. Intenta engañar, prestando a los elementos añadidos, que no pueden tener nunca el mismo valor que los antiguos, formas semejantes a éstos, desorientando e induciendo a error con ello al arqueólogo, sin satisfacer al artista, se basa sobre estudios personales, siempre discutibles y sometidos con gran frecuencia al error.

Vista de actuaciones de Leopoldo torres en la Alhambra

La opción por el diseño moderno y el rechazo de la proyectación historicista es evidente: «En algunos monumentos puede llegar a ser de absoluta necesidad realizar obra nueva para que no perezcan. En tal caso lo natural, lo lógico, es hacer esa obra con materiales modernos y en un estilo moderno, como se realizó siempre hasta nuestros tiempos de restauraciones.
Reparar los monumentos, pero no para que permanezcan cerrados. Un país con el déficit de equipamientos que tenía España a comienzos del siglo XX no puede permitirse ese lujo: «Es general encontrar en nuestras villas edificios antiguos cerrados y abandonados en camino de destruirse, de gran capacidad, que con un pequeño arreglo podrían servir para alojar escuelas o necesidades de interés público que ocupan actualmente locales casi siempre en malísimas condiciones».

PRIMERAS OBRAS
Torres Balbás no recorrería la senda de la arquitectura racionalista. Su camino de construcción de nueva arquitectura quedó interrumpido, por ser más inclinado a la investigación y la intervención en la arquitectura histórica. Serán su labor teórica y sus conceptos innovadores participaron en el desarrollo de la arquitectura racionalista española. Sus comienzos están relatados por él mismo de esta forma:
 «Por fin un día, nos encontramos poseedores de un título. Recibimos los primeros encargos, edificios modestos, pequeños, en los que se iba a emplear un capital que tenía que producir una cierta renta. …. Empezamos a tratar con gentes que nos hablaban un lenguaje extraño. Eran el cerrajero, el carpintero, el pintor, y otros muchos. Teníamos que dar los dibujos de las cancelas de hierro, de los miradores, de la barandilla de la escalera; teníamos, entre otras varias, que dar la memoria de carpintería. ¿Qué clase de hierros empleábamos en esas obras? ¿Qué escuadrías de madera deberíamos usar en los cercos, por ejemplo? Entreteniendo a los maestros de los diferentes oficios, aplazando consultas, nos pusimos a estudiar todas aquellas cuestiones de las cuales no teníamos ni una idea remota. ..a acudir por segunda vez a los libros de nuestra biblioteca y vimos con dolor que nos habíamos gastado el dinero inútilmente, pues no nos resolvían ninguno de los problemas que la profesión nos planteaba.

Y entonces cogimos un metro y nos pusimos a estudiar y a medir las puertas de hierro de las casas por las que pasábamos, los cercos de los balcones de nuestra propia vivienda, todos los detalles en fin, que habíamos tenido ante la vista constantemente y que no nos habían enseñado a ver.
Una vez más la observación de la cotidiana realidad era la más provechosa enseñanza. Y los libros con los palacios vieneses, los colosales monumentos germánicos y las lujosas viviendas parisienses, quedaban arrinconados, como cosas de escasa utilidad»

EL SUR 1923 -1936
El primer giro importante en el destino de Leopoldo Torres Balbás se produce en 1923, al ser nombrado arquitecto conservador de la Alhambra de Granada, durante trece años, hasta que fue destituido durante la guerra. El cargo le permitirá iniciar su período de realizaciones más fecundas, y le pondrá en contacto con la arquitectura hispanoárabe, campo que ya no abandonaría nunca.
Torres Balbás , conocido por su labor investigadora, no había tenido ocasión de llevar a la práctica los nuevos conceptos de restauración arquitectónica que había difundido. El encuentro entre arquitecto y monumento fue trascendental para ambos y hoy podemos estar seguros de que marcó decisivamente sus destinos.
La Alhambra, maltratada y manipulada durante siglos, objeto de inadecuadas utilizaciones y fantasiosas reconstrucciones, necesitaba la labor de una persona en la que se reunieran los conocimientos técnicos de un arquitecto, la pasión por la investigación de un arqueólogo y el respeto y el conocimiento de la arquitectura antigua de un historiador,

Así el monumento fue lentamente recuperando parte de su pasada grandeza. Las estructuras arquitectónicas dejaron de estar amenazadas por arbitrarias modificaciones y restauraciones. También cesaron las excavaciones asistemáticas.
Comenzó una paciente labor de consolidación de lo existente y reparación de lo que había sufrido deterioro, siempre sin intentar rehacer las yeserías, sin imitar las labras de los aleros, sin remedar los dibujos de los azulejos desaparecidos. De estos años queda una Alhambra que, aún hoy, nos sorprende por su autenticidad y su valor arqueológico, por su interés documental y su buen estado de conservación después de sesenta años.
Los lienzos en los que las yeserías perdidas no eran rehechas o inventadas, los canecillos sin labrar para no confundir al investigador, los pavimentos de rasilla, los pasadizos descubiertos, todos ellos son elementos de una obra de reparación y consolidación, en una época de excesivas reconstrucciones y otra de poco veraces restauraciones.

«Conservar los edificios tal como nos han sido transmitidos, preservarlos de la ruina, sostenerlos, consolidarlos, siempre con un gran respeto a la obra antigua; nunca completarlos ni rehacer las partes existentes».

LA ALHAMBRA
Torres Balbás encuentra la Alhambra en un momento crítico. La única orientación científica en medio de este desconcierto era el plan que había trazado Ricardo Velázquez Bosco en 1917 para la conservación del conjunto monumental.
Su herencia la recoge Leopoldo Torres Balbás, asumiendo el plan elaborado por Velázquez Bosco para desarrollar una extensa labor en el conjunto nazarí, en palabras de Torres Balbás: «Sin tratar de reproducir una parte o elemento de época antigua, sin suprimir ni alterar ningún testimonio del pasado, respetando las obras añadidas posteriormente a su primera construcción, ocupándose puramente de consolidar, sostener y conservar«.
Gustaba de subirse a los andamios y contemplarlo todo personalmente, lo que hizo que tuviera más de un accidente, aunque sin graves consecuencias.

En Granada se hizo familiar la figura de nuestro arquitecto subido a los andamios, andando, en palabras de los granadinos, «como un gato por los tejados».
Fernando Chueca Goitia describe así la obra de Torres Balbás: «La labor que hizo Torres Balbás en la Alhambra ente 1923 a 1936, es algo tan fundamental, que en gran parte la Alhambra que hoy vemos se debe a sus desvelos, a sus sabias restauraciones y a su sensibilidad para comprender la obra de aquellos artífices granadinos de la Edad Media. Consolidó, restauró, completó, aseguró para muchos años la estabilidad del monumento y además no alteró para nada la esencia original de la estructura o de la decoración. No cayó en el error de completar yeserías con un criterio más o menos caprichoso, sino que donde éstas habían desaparecido, ordenaba los paños con formas geométricas para recuperar la línea arquitectónica sin caer en la falsificación«.

Vista de la Alhambra de Granada con sus edificios más representativos

Torres Balbás realizó otras numerosas obras en Granada y en ciudades vecinas, especialmente a partir de que en 1929 fuera nombrado arquitecto encargado de los servicios de la sexta zona monumental, que agrupaba a las cuatro provincias de Andalucía Oriental más Albacete, Alicante y Murcia.
La Alcazaba de Málaga fue escenario de algunas de las últimas actuaciones de Torres Balbás antes de la guerra. Se encontraba, cuando comenzaron las obras, en un deplorable estado que el propio arquitecto describiría años más tarde: «A partir de 1843 en que dejó de ser propiedad militar, se fueron instalando libremente en sus torres, y en viviendas adosadas a los muros o construidas sobre sus ruinas, gentes de modestísima economía. Hace treinta años ocupaba el interior de la Alcazaba uno de los barrios más pobres de la ciudad, formado por más de cincuenta viviendas, miserables casuchas casi todas, construidas con ladrillos arrancados de los muros ruinosos y completadas con tablas y latas.

Leopoldo Torres Balbás realizó en los años treinta otras obras de reparación en las provincias que estaban a su cargo como arquitecto de la sexta zona monumental. Tenemos constancia de obras en la Casa del pópulo de Baeza (1931), Iglesia de San Francisco de Baeza (1932), Iglesia y Mihrab de San Juan en Almería (1934-36), Catedral de Almería (1935-36), Alcazaba de Almería (1934-36), Yacimiento romano de La Alberca (1933-35), Iglesia de Santiago de Jumilla (1934), Capilla de los Vélez en la Catedral de Murcia (1934-35), Contraste de la Seda en Murcia (1930-34), Iglesia de Santa Ana de Granada (1930-31) y Arco de Elvira (1932).

De izquierda a derecha, casa del pópulo e Iglesia de San Francisco de Baeza y Catedral de Almería

La actuación en la Alhambra de Granada, incluyendo las obras del Palacio de Carlos V, el ex convento de San Francisco, el Generalife y todo el entorno de estos conjuntos, es sin duda su obra capital y supuso en su época la mayor actuación sobre monumentos con criterios de restauración modernos. La actuación en la Alcazaba de Málaga fue igualmente una obra de gran trascendencia.

LA CARTA DE ATENAS
En 1931 Torres Balbás forma parte de la delegación española en la Conferencia de restauración de monumentos de la Oficina Internacional de Museos en Atenas. Con el título «La reparación de los monumentos antiguos en España”,  expresaba:
«Cada viejo edificio presenta un problema diferente y debe ser tratado de distinta manera. Es pueril intentar dar reglas generales para la reparación de los monumentos que sirvieran a la par para una construcción romana, un templo visigodo, una iglesia románica, una catedral gótica, un edificio musulmán y un palacio del Renacimiento: lo único útil y sensato es fijar una orientación general, y ésta creemos que debe ser la del máximo respeto a la obra antigua, conservando las fases y adiciones posteriores que tengan interés histórico, arqueológico, artístico o monumental, huyendo lo más posible de añadir nada nuevo y diferenciando siempre lo añadido, para que nunca pueda confundirse con la obra antigua, al mismo tiempo que se procura atender al ambiente y al aspecto artístico del edificio reparado».

«Nuestros monumentos se reparan hoy con un estricto criterio conservador, sin tratar de reproducir una parte o un elemento de época antigua, sin suprimir ni alterar ningún testimonio del pasado, respetando las obras añadidas posteriormente a su primera construcción, ocupándose puramente de consolidar, sostener y conservar. Se intenta prolongar su duración sin privarles de su autenticidad, conservándolos tal como han llegado a nuestros días».

LA SEGUNDA REPÚBLICA Y LA GUERRA CIVIL
La proclamación de la Segunda República abre un nuevo período en la historia de la restauración, la superación de un debate que había ocupado todas las décadas anteriores, adoptándose por parte de los poderes públicos las tesis de la llamada «escuela conservadora».
La amistad que unía a Leopoldo Torres Balbás con el Ministro de Instrucción Pública Fernando de los Ríos, debió ser decisiva para la definición del contenido de la Ley del Tesoro Artístico de 1933.
Más decisiva y de mayor alcance fue la polémica que se suscitó en 1935 en Granada por las obras en el Patio de los Leones de la Alhambra. La supresión de la cúpula del templete de levante, recibió las airadas críticas de numerosos sectores.
Torres Balbás lo reconocía así: «La sustitución de la citada cubierta tal vez haya pecado de audaz. Las gentes estaban acostumbradas a ver la cúpula, escenográfica, pintoresca y ligera, del siglo XIX, y se sienten ahora abrumadas por la cubierta piramidal, de gran pendiente, para salvar la maravillosa cúpula interior de lazo, siempre amenazada de destrucción por recalos y humedades con el revestimiento de escamas vidriadas, y hoy bien protegida por la reciente cubierta».

Manuel de Falla entendió que había que salir al paso de esta campaña
«Torres Balbás, nuestro amigo, está siendo objeto de virulentos ataques injustos. Es forzoso defenderlo y lo vamos a defender. …» Y continuaba: «La opinión pública, a la que no llega casi nunca la callada labor de los hombres de ciencia, pudiera creer, desorientada por las referencias periodísticas, que el arquitecto director de la Alhambra es un improvisador que ha escogido el Patio de los Leones como campo de audaces experimentos. (…)Torres Balbás es uno de los más ilustres arquitectos, profesores y eruditos en materia arqueológica que tenemos en España, y su fama hace mucho tiempo que ha rebasado la frontera. A su celo se debe la consolidación y hallazgo de importantes monumentos. (…)

BIBLIOGRAFIA
La vida y la obra de LEOPOLDO TORRES BALBÁS Alfonso Muñoz Cosme

Santiago Durán García
Arquitecto Técnico (UPM)
MDI Máster En Dirección Inmobiliaria (UPM)
EEM Gestor Energético Europeo (UPM European Energy Manager)
M. 618.519.717
www.sduran.es
santiagodurangarcia@gmail.com
s.duran@sduran.es

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