PATRIMONIO DESCONOCIDO – EL ALCAZAR DE MADRID 2-2 por Santiago Durán.

Santiago Duran García PROYECTOS Leave a Comment

EL ALCÁZAR EN EL SIGLO XVII

 En 1605 la Villa de Madrid quiso agradecer al rey que devolviera la capitalidad a la ciudad por lo que se comprometió realizar un nuevo cuarto para la reina y una nueva tachada principal de Palacio, más regular y simétrica más acorde con los gustos de la época y que unificara todas las edificaciones existentes.17 Es en este momento cuando el estilo nuevo se va imponiendo y las nuevas modificaciones que se hacen remarcan el carácter más decorativo y al gusto de la época del principio del barroco. Los muros se adelgazan las ventanas se abren, buscando mayor ligereza e iluminación, perdiendo el carácter defensivo de la edificación.

 La reforma de la fachada y del Cuarto de la Reina, fueron encomendadas a Francisco de Mora, por su cargo como Maestro Mayor, y fueron continuadas por su sobrino Juan Gómez de Mora a la muerte de su tío (19 de agosto 1610). Las obras empezaron en 1606 y se fueron prolongando en los años sucesivos, en 1609 se hicieron las bóvedas del Cuarto de la Reina, en 1612 tos balcones, y por último entre el año 1613 y 1614, se realizó una galería en el Cuarto de la Reina.
 En 1622 debía estar bastante avanzada la reforma de la fachada, cuando se decidió proyectar un arco grande en la fachada para facilitar el paso de carruajes.
 En 1623 con motivo de la llegada del príncipe de Gales a Madrid podemos comprobar el estado de las obras de la fachada, gracias al grabado que representa la llegada del heredero británico a la plaza del Alcázar, y que tiene de fondo la fachada a medio construir.
Un acompañante del príncipe sir Richard Wynn describió el palacio como: el palacio está construido enteramente de piedra, con una hermosísima fachada. El edifico es sobrio y masivo.

1626 Juan Gómez de Mora. Planta principal del Alcázar.

 Se puede comprobar que la fachada estaba finalizada en su cuerpo bajo y se estaba trabajando en la modificación de la fachada, que se fue transformado ocultando estructura medieval de importantes torres, para dotar al Alcázar de una imagen mucho más urbana, una vez que las funciones defensivas perdían peso frente a las funciones de represar: características del siglo de oro español.

 Posteriormente en 1630, durante el reinado de Felipe III, modificó el proyecto, demoliendo definitivamente lo construcción de ambas torres, consolidando la imagen horizontal de la fachada perdiendo incluso las trazas originales de las torres medievales

Las viejas torres medievales habían quedado ocultas, englobadas en el interior de la fachada de Francisco de Mora, pero solo se demolieron sus partes altas y sus gruesos muros quedaron englobados dentro de la nueva estructura del ala sur, aislando el salón nuevo e impidiendo la creación de una amplia sucesión de salones en aquella zona, que era la más importante y representativa del palacio. Los restos de estos gruesos muros no desaparecieron hasta la reforma radical que se llevó a cabo a mediados de los años cuarenta del siglo XVII, cuando en el espacio que libera la Torre del Rey se construyeron el salón de comedias y la pieza ochavada. Para conocer la evolución de las obras del Alcázar durante del reinado de Felipe IV, Tras un largo abandono de la actividad constructiva en el Alcázar debido a la construcción del Palacio del Buen Retiro.

A partir del año 1639, Felipe IV volvió a fijarse en el Alcázar, y ordena una operación general de remozamiento de sus interiores que afectó a la casi totalidad de los aposentos.
 A partir de la demolición de la Torre del Sumiller, en 1630, había generado un gran espacio en la planta principal que se aprovechó para construir, durante el reinado de Felipe IV en 1645 pieza Ochavada, y una escalera que comunicara los diferentes pisos del Alcázar en la zona de las dependencias reales. El responsable de la realización y seguimiento de la obra fue Diego Velázquez en su cargo de aposentador de palacio. El primer tramo de esta escalera queda reflejado en el cuadro de Las Meninas de Velázquez, ubicado en el cuarto del príncipe bajo la pieza Ochavada.

 Antes de esta obra significativa, en 1629 se había realizado la ampliación de las dependencias de la Reina hacia el Este, para situar un oratorio privado para la reina Isabel de Borbón, así durante estos años se reformaron y repararon los corredores de patios que en algunos casos se habían desplomado, siendo necesaria una reforma. Se empezó acometiendo los correspondientes Patio de la Reina para continuar posteriormente con los corredor del patio del Rey.
Se puede considerar que el palacio a pesar de las modifica 1es exteriores seguía conservando su estructura de patios interiores, herencia de su origen medieval, donde se realizaba la vida la Corte.

1670 – Vista del Alcázar Real de Madrid y entorno del Viejo Puente de Segovia

Con Carlos II se remató la fachada, finalizando tos trabajos que hablan quedado detenidos durante más de cuarenta años, finalizándose definitivamente la plaza de palacio con la construcción nuevas cocheras.

 En 1680 bajo se sustituye la antigua cúpula mudéjar por una nueva de mayor altura y presencia decorada con frescos de Luca Jordano. Durante los años 1690 también se acometieron reformas de reordenamiento de las dependencias y de los terrados. En esta época el Alcázar ya había ido perdiendo todos los signos exteriores como fortaleza, conservándose algunos elementos como son los numerosos pasillos y corredores que recorrían los subterráneos y que conectaban el Palacio con dependencias en el exterior, como con el Monasterio de la Encarnación y que permitía los movimientos de la Corte con discreción si circunstancias lo requerían.

1704 PALLOTA. La fachada y la plaza del Alcázar

Sus patios estuvieron muchos años abiertos al público y en ellos se permitía la instalación de mercados. También destacaba la galería de pintura del alcázar, con obras de Tintoretto, Veronés, Ribera, El Bosco, Sánchez Coello, Van Dyck, El Greco, Aníbal Carracci, Leonardo da Vinci, Guido Boloñés, Rafael Sanzio, Jacobo Bassano y Correggio, muchas de las cuales se perdieron en el desastre de 1734.

Vista de parte del Real Palacio de la Cuesta de la Vega, por Fernando Brambila (c. 1790-1832).

FINAL DEL ALCÁZAR
 Felipe V realizó las últimas obras, liberó estancias para conseguir espacios de mayor amplitud y esplendor. Entre 1709-1711 se realiza el Salón Nuevo, y la finalización de las obras de reforma de la Capilla había comenzado Carlos II, y que no pudo continuar tras su muerte.
 Con Felipe V se completó la transformación de la antigua fortaleza árabe, para convertirse en un palacio urbano al gusto borbónico. Siguió manteniendo algunas trazas que recordaban sus orígenes defensivos, como la fachada hacia el río con sus torres masivas. Su origen como Castillo, y el estilo sobrio que impusieron los primeros Austrias, no eran muy del gusto de Felipe V, que prefirió el palacio del Buen Retiro como residencia

El 24 de diciembre de 1734, a las doce y cuarto de la noche, tras el cambio de guardia, los soldados apreciaron llamaradas en el lienzo de la Priora, que cae a Poniente. Dieron rápidamente alerta para evacuar el edificio, y los monjes del convento cercano de San Gil repicaron las campanas, pero el aviso fue ignorado durante un buen rato. Al oír las campanadas, la gente creyó que era la llamada para la Misa del Gallo.
Monjes y los centinelas despertaron a los habitantes del castillo para evacuarlos y, a continuación, trajeron a uno de los cerrajeros reales, que pudo entrar en la Capilla Real y cargó con todos los objetos de valor que pudo. A las cuatro de la mañana se derrumbaba la capilla.
Ante el temor a que se produjeran saqueos, solo permitieron acceder al interior a los cortesanos y los religiosos. Cuando el fuego se extendió hacia el Salón Grande, donde cientos de cuadros cubrían las paredes, los improvisados bomberos arrancaron de sus marcos los lienzos situados en la parte baja, y los arrojaron por las ventanas.

Entre los cuadros salvados se encontraban Las Meninas de Velázquez, arrojado por una de las ventanas, y el retrato ecuestre de Carlos V en Mühlberg de Tiziano, oscurecido por el humo en la zona inferior. Una parte de las colecciones pictóricas había sido trasladada previamente al Palacio del Buen Retiro, para preservarla de las mencionadas obras de reforma. Este incendio aniquiló definitivamente el viejo alcázar, cuyos últimos muros fueron derruidos definitivamente en 1738.

ORIGEN DEL INCENDIO
El fuego surgió en el aposento del pintor de Corte Jean Ranc, donde un grupo mozos del palacio incendiaron por accidente uno de los cortinajes de la estancia. El traslado previo de algunas de las obras de arte y la rapidez con la que surgió la propuesta de crear un nuevo palacio en esos mismos terrenos son los ingredientes que alimentaron la sospecha de que el Monarca sopló no para apagar las llamas, sino para avivarlas.

La tragedia, donde falleció una mujer, fue el pretexto perfecto para derrumbar por completo el edificio y levantar un nuevo palacio en el solar. El arquitecto italiano Filippo Juvara ideó un monumental proyecto inspirado en el Palacio del Louvre de París. Las obras concluyeron en el reinado de Fernando VI, pero esa, es otra historia, una que hoy sí podemos contemplar.

OBRAS PERDIDAS
Pese a los esfuerzos, al menos 500 cuadros, perecieron en el incendio: La expulsión de los moriscos de Velázquez, una de sus obras más valiosas, y el retrato de Felipe IV de Peter Paul Rubens, piezas americanas regaladas a los Reyes de España a lo largo de dos siglos.
A lo largo de cuatro días, el incendio fue consumiendo el palacio hasta solo dejar un par de fachadas y la torre del Príncipe, la de Carlos I, en pie. Las joyas más emblemáticas de la Corona, como la Perla Peregrina y el diamante El Estanque, pudieron ser rescatadas, muchos objetos de plata y oro quedaron fundidos por el calor y los restos de metal tuvieron que recogerse en cubos.

Sin embargo, también se perdieron documentos pertenecientes al Archivo de las Indias, las Bulas pontificias y demás papeles de todas las materias del Estado, cuya importancia es inestimable a nivel histórico.
De Velázquez eran también un retrato ecuestre del rey, y tres de los cuatro cuadros de la serie mitológica (Apolo y Marsias, Adonis y Venus, y Psique y Cupido), de la que sólo se recuperó el Mercurio y Argos.
Otro de los grandes pintores del que se perdieron numerosas obras fue Rubens. Entre sus bajas podemos citar un precioso retrato ecuestre de Felipe IV especialmente querido por el retratado, y que ocupaba un lugar de privilegio en el Salón de los Espejos, enfrentado al famoso retrato de Tiziano Carlos V en Muhlberg. Del cuadro destruido de Rubens queda una buena copia en los Uffizi de Florencia. También se perdió de Rubens El rapto de las Sabinas, o las veinte obras que ornaban la Pieza Ochavada, con series como la de los «Doce césares» de Tiziano.

Del mencionado Tiziano se perdió la serie de Los Doce Césares, presente en el Salón Grande, conocida actualmente por copias y una serie de grabados de Aegidius Sadeler II. También se quemaron dos de las cuatro Furias que había en el Salón de los Espejos (las otras dos están en el Museo del Prado). Además de los citados, se perdió una invaluable colección de autores con obras que (según los inventarios) eran de Tintoretto, Rubens, Veronés, Ribera, El Bosco, Brueghel, Sánchez Coello, Van Dyck, El Greco, Aníbal Carracci, Leonardo da Vinci, Guido Boloñés, Rafael de Urbino, Jacobo Bassano, Correggio Lucas Jordán, Claudio Coello y Carreño de Miranda, van Dyck, José de Ribera… entre otros muchos.
500 obras se perdieron, pero podemos admirar otras 1.038 obras de arte que fueron salvadas del incendio por frailes del cercano convento de San Gil.

BIBIOGRAFIA

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Santiago Durán García
Arquitecto Técnico (UPM)
MDI Máster En Dirección Inmobiliaria (UPM)
EEM Gestor Energético Europeo (UPM European Energy Manager)
T/f 918.433.646 M. 618.519.717
www.sduran.es
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